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Escritorios Públicos, una tradición de medio siglo que se niega a morir

Gastón Mongue.

Nuevo Laredo, Tamaulipas.-Roberto Espinosa es un hombre recio que casi taya los 80 años de edad, de los que 55 años los ha dedicado a trabajar como escribiente en un localito que le sirve como escritorio público en la parte trasera del Palacio Federal. Desde allí narra sus experiencias y sus vivencias, las que ha combinado muy bien como músico y compositor de canciones picarescas, que ha grabado desde hace tiempo, por lo que es muy conocido en la ciudad.

“Soy músico y he combinado esta profesión con la del escritorio público, y por eso he sobrevivido, porque hay épocas muy buenas en la música, y porque me gusta el oficio del escritorio público”, explica con emoción.

La plática de Roberto es amena, y lo hace sentado en una vieja silla de escritorio, frente a una ruda máquina de escribir cuyo teclado a pesar del tiempo permanece intacto e imborrable; pero no es la única que tiene, ya que en su hogar se ufana de guardar varias de diferentes marcas, pero la de su uso diario no la cambia por nada.

Para este músico popular el combinar ambas actividades le permitió sobrevivir económicamente a la pandemia, y aunque la tecnología y el uso de las redes sociales pudo haber exterminado los escritorios públicos, dice que aún hay personas que le buscan no porque no sepan usar la tecnología, sino porque añoran el trabajo que aún hace una vieja máquina de escribir.

Estudio hasta el sexto año de primaria, pero es un hombre culto porque le gusta leer libros, y tal vez por ello es muy celoso en eso de la ortografía y de la buena dicción al momento de establecer una plática, “y es por eso que mucha gente se comunica en la internet, pero tienen muy mala ortografía. ¿Y para qué les sirve entonces la tecnología?”, cuestiona.

Cuando se instaló en su pequeño local, ya había otros 8 escribientes y luego instalados en la misma acera, pero hoy solo sobreviven tres, el resto ya falleció o se encuentran enfermos, por lo que sus locales permanecen en el olvido porque a los hijos no les interesa la continuidad.

“Esto debe ser como una vocación, y me siento útil con el afán de servicio, y lo que más pide la gente son cartas de recomendación, de trabajo y formularios de la cartilla que las piden en a máquina, no en computadora porque se borran muy fácilmente”, explica.

A su espalda luce una fotografía de cuando era joven, y otra al lado de la fallecida cantante y artista Irma Serrano. Más arriba se ve otra fotografía con el título ‘Roberto Espinosa y su Grupo Musical’, y luego de echar una mirada furtiva esa fotografía, comenta:

“Esto se va a terminan irremediablemente cuando ya no estemos en este lugar”. Se refiere a la extinción de los escritorios públicos, una tradición que a diferencia de otros oficios, no pasa de generación a generación.

Si nunca le fue mal en el oficio del escritorio público, menos como músico, porque duce que el grupo musical que integró fue diferente a los demás, ya que además de cantar, componía canciones muy picarescas como la Cumbia Jurásica,

El Sancho, La Cucaracha Fumigada, Chapulineando, Pégale y otros éxitos grabados en discos compactos.

Mientras habla se ufana de un nuevo disco que dice pronto dará a conocer, y que es una inspiración que le surgió al haber conocido a Aniceto Molina, “pero nunca hago lo que ellos hacen los admiro pero no soy como ellos, porque quiero ser yo mismo porque el mundo musical es muy extenso, y querer ser el número uno no se puede. No se trata de competir sino de ser uno

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